Erase un campesino suizo, de violento carácter, poco
simpático con sus semejantes y cruel con los animales, especialmente los
perros, a los que trataba a pedradas.
Un día de invierno,
tuvo que aventurarse en las montañas nevadas para ir a recoger la herencia de
un pariente, pero se perdió en el camino. Era un día terrible y la tempestad se
abatió sobre él. En medio de la oscuridad, el hombre resbaló y fue a caer al
abismo. Entonces llamó a gritos, pidiendo auxilio, pero nadie llegaba en su
socorro. Tenía una pierna rota y no podía salir de allí por sus propios medios.
-Dios mío, voy a morir congelado... -se dijo.
Y de pronto, cuando
estaba a punto de perder el conocimiento, sintió un aliento cálido en su cara.
Un hermoso perrazo le estaba dando calor con inteligencia casi humana. Llevaba
una manta en el lomo y un barrilito de alcohol sujeto al cuello. El campesino se
apresuró a tomar un buen trago y a envolverse en la manta. Después se tendió
sobre la espalda del animal que, trabajosamente, le llevó hasta lugar habitado,
salvándole la vida.
¿Sabéis, amiguitos qué hizo el campesino con su herencia?
Pues fundar un hogar
para perros como el que le había salvado, llamado San Bernardo. Se dice que
aquellos animales salvaron muchas vidas en los inviernos y que adoraban a su
dueño...
http://www.pequelandia.org/cuentos/cortos/elviajero.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario