Gabrielito volvió algo alterado al sector del jardín donde jugaban sus amiguitos Angie, pocho y Meche, y les dijo jadeando:
«He visto a un hombrecito allá atrás, pero se fue al instante».
-¡Lo que viste fue un duende! - dijo Pocho.
«No, fue tu hada madrina», opinó Angie; pero Meche lo negó: «De seguro ha sido un gnomo o sílfide».
-Mejor llamaré al abuelo -concilió Gabriel.
Luego de oírlos, el venerable abuelo Amador explicó: «En el caso de las hadas, su nombre proviene del latín fata y fatum, que significa “hado” o “destino”; son seres que por sus poderes mágicos podían regir la suerte del ser humano».
-¿Es cierto que vivían bajo tierra? -preguntó Pocho.
-Bueno... gustaban estar en todo lugar que mantuviese los espíritus elementales: aire, agua, tierra y fuego.
-Hay hadas buenas -dijo Angie - y bien golosas.
-Prefieren vivir en bosques y jardines -agregó el abuelo-, pues allí crecen: el jengibre, la cebada, el tomillo y el trébol de cuatro hojas, alimentos que las deleitan; además, la leche la beben de la misma ubre.
-¿Fue un hada lo que vio Gabriel? -consultó Meche.
…O un duende o gnomo -dijo el abuelo-, pero no debemos asustarnos sino sentirnos halagados.
-¿Halagados por ver a un aparecido? -expresó Gabriel.
-Sí -replicó el abuelo-, pues ya lo dijo un sabio: «Bienaventurado aquel que abriga en su corazón la virtud de asombrarse en el reino de la ilusión».
-¿Quiénes forman este reino? -inquirió Meche.
-Son cuatro grupos. Los espíritus de la tierra: con los duendes, gnomos y trolls; los del agua: con las ninfas y duendes; los del fuego: con las salamandras; y los del aire: con las sílfides.
FIN
Parrish Gabriel
Fuente: ColeccionAmiguitos
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